El mundo camina al filo de una guerra comercial que amenaza los avances en la integración global. La tensión entre Estados Unidos y China genera preocupación en todas las latitudes por las impredecibles consecuencias que tendría la escalada proteccionista. Si bien la presión de empresarios de EE. UU. podría impedir la imposición de nuevos aranceles a China, debido al efecto espejo que golpearía el corazón de varias industrias de ese país, lo que amenaza la hegemonía republicana en el Congreso, la volatilidad de las decisiones en la Casa Blanca hace que todo penda de un hilo.

Es de esperar que gobiernos y organismos multilaterales tomen acciones antes de que venga el desastre, que haría retroceder el crecimiento económico global, calculado por el Fondo Monetario Internacional en 3,9 por ciento para este año.

Esto como consecuencia del golpe sobre los índices de confianza que ahuyentaría la inversión y la profundización en la integración comercial. Y es que el ser humano aborrece la incertidumbre, pese a que convivir con ella es una condición inevitable: las ‘bolas de cristal’ y demás artes adivinatorias no han demostrado su eficacia para predecir el futuro a un nivel macro.

El signo que parece prevalecer es el de la intranquilidad por una posible guerra comercial, a lo que se suman los impactos políticos de actuales y futuros brexit, fenómenos climáticos, problemas de seguridad asociados al terrorismo y la corrupción que tumba gobiernos, como lo ocurrido con Pablo Kuczynski, en Perú, y Lula en Brasil.

Sería interesante conocer las propuestas de los candidatos a la presidencia De Colombia frente a esta ‘sombra’ que se cierne sobre el planeta. Es equivocado pretendernos una isla y centrarnos solo en lo doméstico, como ha sido el devenir del actual debate político.
Como hemos visto en las crisis globales, todo tiene potencial de afectarnos.

Y es que los tiempos que vivimos son altamente desafiantes, de allí que sea fundamental que el país y quienes aspiren a gobernarlo, además de centrarse en los temas internos, planteen también una visión frente al entorno global.

Un breve vistazo a lo que pasa en Latinoamérica arroja que la región tiene perspectivas favorables de crecimiento, debido a los mejores precios de las materias primas. Pero también enormes desafíos. Continúa el fortalecimiento de la democracia con la elección de nuevos gobiernos de ala moderada, como son los casos de Argentina, Chile y Ecuador. Brasil, Colombia y México refrendarán también este año en las urnas su talante democrático.

En contraste, se agrava la crisis en Venezuela, con incalculables consecuencias para su debilitado aparato productivo y la calidad de vida de sus habitantes. Y para Colombia, el mayor receptor del éxodo de venezolanos, frente a lo cual debemos demostrar solidaridad como nación y a la vez definir, de manera estructural, acciones de manejo de esta situación.

Son muchos los retos de la región y el mundo. Pero la integración comercial, la promoción de la inversión, el fortalecimiento empresarial y la lucha contra la corrupción son caminos para cimentar un mayor crecimiento y bienestar. Ojalá así se promueva desde la política, apelando a la sensatez para que la incertidumbre no sea la que reine.