Recientemente, escuché en un foro a un dirigente español, que por más de 20 años el mercado de sobres para cartas había sido acordado por algunos productores en ese país para repartirse el mercado interno, pero, además convinieron no innovar por ser innecesario ante la ausencia de competencia.

Esta industria se marchitó.

Ilustra este hecho lo que le puede ocurrir a una empresa, o a un país, si basa su desarrollo exclusivamente en un mercado local cautivo, cuyo crecimiento, en el caso de Colombia, solo por aumento de la población es un escaso 1,1% anual, mientras el pronóstico sobre comportamiento del consumo en los próximos meses cae 26,1%, respecto a junio de 2015, según el Índice de Confianza del Consumidor de Fedesarrollo.

El asunto es crítico porque solo el 1,3% de las compañías cuentan con filiales en otras regiones. Cifra que confirma el estudio del Sistema de Ciudades, liderado por el DNP, y que señala que las urbes colombianas están aisladas y presentan poco intercambio y baja especialización productiva. Es decir, aun no aprovechamos ni siquiera el mercado interno.

No es un descubrimiento que las economías crecen porque sus empresas, además de vender sus productos en el país de origen, lo hacen en los mercados externos. El reto es aún mayor, por la baja diversificación en productos y mercados de las ventas al exterior, y porque no hemos podido aprovechar el aumento en el precio del dólar, debido a que solo el 0,4% del total de empresas colombianas son exportadoras, como lo señala el estudio ‘Perfil y Sofisticación de las Empresas Exportadoras’, que entregaremos al país en el marco del Congreso de Confecámaras, en septiembre. En países como Perú, el 0,6% de sus empresas exportan; en México, 0,8%; en Chile, 0,9%, para no hablar de las economías desarrolladas, donde oscila entre el 4% y el 9%, según cifras de la Cepal. Nos falta mucho para ser un país abierto al mundo.

No se trata aquí de pintar un panorama desolador, pero sí recalcar que es urgente reforzar motores para focalizarse en algunos productos, como en bienes con tecnología media y alta, dado que solo el 20% de las iniciativas de encadenamientos productivos pertenecen a esta categoría. Y no se puede decir que no es posible: una empresa pequeña, Sequoia Space, desarrolla misiones de satélites para el reporte de fenómenos atmosféricos, desastres naturales y asuntos de seguridad nacional, y que ha vendido en Chile, Ecuador y Perú.

También es necesario aumentar el tamaño de la producción a través de las exportaciones de productos no tradicionales. El Valle avanza en esta tarea con la identificación de sectores con gran potencial, como la piña, para ganar espacio en el mercado externo. El objetivo es trabajar con visión de largo plazo en el apoyo a la inserción de las empresas en las cadenas globales de valor, a través de aspectos que disparen la productividad: adopción de tecnologías avanzadas, sofisticación de los bienes, habilidades gerenciales y formación de capital humano calificado.

Ojalá esta fuese la discusión central del país hoy, además de las oportunidades que representa el posconflicto, en lugar de estar empeñados en peleas insanas. El futuro no puede seguir atrapado en el pasado porque tenemos muchos desafíos que enfrentar para transformar al país.

Julián Domínguez Rivera
Presidente de Confecámaras