En varias oportunidades, desde este mismo espacio, he insistido en la necesidad de no traer a valor presente escenarios inciertos, ello mina la confianza y nos desenfoca de las discusiones fundamentales. Certidumbre y confianza van de la mano, la primera hace referencia a la importancia de atenernos a hechos y datos para adoptar decisiones, la segunda, nos invita más a creer así se pretenda desconocer el valor de lo que hacemos los empresarios colombianos.

Algunos datos deberían ayudar a la apuesta por el crecimiento de las empresas e iniciar el proceso de reactivación, que según el Índice de Seguimiento a la Economía (ISE) del Dane, en abril pasado, arrojó un balance positivo: el conjunto de la actividad económica del país creció 5,52% con respecto al mismo período del 2023. Fedesarrollo lo calcula del orden del 2,4%, teniendo en cuenta la estacionalidad del mes. Mientras ANIF destacó una disminución, leve eso sí, en la tasa de desempleo al 10,3% en mayo frente a un 10,5% en el mismo mes del año pasado.

La coyuntura nos invita a seguir trabajando para que las empresas alcancen las condiciones que les permitan crecer en su entorno, conformar redes, diversificar mercados, acceder a financiación competitiva, invertir más, atraer y retener el mejor talento humano, factores necesarios para la competitividad entendida esta como la capacidad que tienen las empresas de superar su tamaño, crecer y permanecer en el mercado, como lo muestran los estudios del Observatorio de Movilidad de Confecámaras, iniciativa apoyada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

En este contexto es fundamental afianzar la cooperación público-privada para desarrollar de inmediato el plan de reactivación y potencializar a los sectores que apalancan el crecimiento. Persistir en ofrecer a los empresarios asistencia técnica, acceso a financiamiento y programas de capacitación que faciliten su desarrollo sostenible, debe seguir siendo un objetivo inquebrantable.

Crucial que las empresas que hoy están en la informalidad, cuya condición las estanca y destruye, cuenten con un plan de apoyo, siempre que se encarrilen hacia la formalidad.

Desde el sistema de Cámaras de Comercio estamos trabajando con entidades como el Sena, para alinear, por ejemplo, la formación y el desarrollo de habilidades con las necesidades de las empresas en materia de talento humano; o simplificar trámites ante entidades como el Invima mediante el uso de la Ventanilla Única Empresarial para facilitar los procesos empresariales, concentrando en un solo punto trámites regionales y nacionales detonadores de negocios.

Flaco favor nos hacemos si compramos las voces que siembran desconfianza y no despejamos las incertidumbres con base en hechos. Al Gobierno le corresponde transmitir certezas que promuevan la inversión y el crecimiento, al sector privado tomar decisiones objetivas y conservar la determinación en las mismas.

Colombia debe continuar su camino al progreso desde la resiliencia de las empresas a la espera de mejores tiempos. La inversión en sectores como infraestructura y vivienda permitirán la recuperación de la mano de las nuevas acciones y programas que se anuncian desde el Gobierno, que ojalá se cumplan. Así lo han hecho los empresarios mexicanos cuya dinámica empresarial ya descuenta los anuncios apocalípticos y siguen adelante generando oportunidades.