De acuerdo con un reciente informe del Banco Mundial, una crisis en Latinoamérica puede generar, en promedio, una pérdida neta de 1,5 millones de empleos después de tres años, acompañada de una contracción del empleo formal y una expansión de la informalidad. Con la pandemia de Covid-19 las consecuencias pueden ser particularmente graves y alcanzar una perdida cercana al 4% de los empleos formales.

Lo preocupante es que en nuestra región las crisis son más recurrentes y las consecuencias perduran en el largo plazo con una afectación importante sobre el empleo en la región. En contraste, en los países desarrollados las crisis económicas son poco comunes y, una vez ocurren, sus efectos negativos son superados rápidamente, señala el informe.

En el caso de Colombia, la OCDE calcula que el país requerirá cerca de tres años para recuperar el PIB a niveles anteriores a la pandemia, si bien en el primer trimestre de este año la economía experimentó un crecimiento positivo del 1,1% y cálculos moderados lo sitúan para el año completo en 4,9% mientras que otros lo pronostican por encima del 6%.

No cabe duda de que se evidencia una mejor radiografía de la economía del país. Con todo, se necesita hacer mayores esfuerzos para mantener la estabilidad económica y el bienestar de la sociedad con medidas que apunten a los problemas de orden estructural para afrontar tanto la coyuntura en salud pública, así como la de carácter social.

En este camino viene avanzando el Gobierno Nacional con, por ejemplo, un oportuno programa para la generación de empleo para jóvenes que permitirá, en conjunto con empresarios y cooperativas, crear 600.000 puestos de trabajo durante el segundo semestre de 2021.

El sector privado, por su parte, también ha tomado el liderazgo en iniciativas que den respuesta a las problemáticas sociales, con acciones concretas y el aporte de recursos para llevarlas a cabo. Quiero destacar dos que considero son ejemplo de acciones con gran poder de transformar nuestra realidad.

Una es ‘Compromiso Valle’, que a través de un proceso de escucha y de reconocer la realidad de esta importante región de Colombia, definió seis prioridades para impulsar el desarrollo social: seguridad alimentaria, transformación de proyectos de vida de los jóvenes, empleabilidad, liderazgo con foco en formación en temas de gobernanza, emprendimiento y educación.

La otra es Protalento, liderada por Juan David Aristizábal y apadrinada por la Bolsa de Valores de Colombia junto con otros líderes empresariales del país, que trabaja en ubicar a jóvenes en empleos bien remunerados y convertirse en la mayor agencia de talentos tecnológicos en América Latina.

Ambas son reflejo de lo que mejor caracteriza a los colombianos: su capacidad de transformar realidades complejas para generar oportunidades y bienestar colectivo. Es este el espíritu de nuestro país, el que debemos siempre destacar y al que debemos recurrir por más difíciles que sean las circunstancias. Porque no cabe duda de que está en nuestras manos construir un presente mejor, superando el desasosiego generado por quienes instigan a la violencia y el odio.

Julián Domínguez Rivera
Presidente de Confecámaras y del Consejo Gremial Nacional