Uno de los rompecabezas más difíciles de completar es el de los factores que permiten que un país alcance un mayor y sostenido crecimiento económico. Máxime, cuando este objetivo recae, en gran medida, en factores externos, los cuales no se pueden controlar directamente.

 Como el choque que se vivió por la caída en los precios del petróleo, el riesgo que vive el mundo por los proteccionismos y la guerra comercial iniciada por EE. UU. contra como China o Turquía, país que además sufre el desplome de su moneda, lo que ha espantado a los inversionistas, con repercusión en otras economías emergentes.

La fórmula para mitigar lo anterior es contar con una economía competitiva, diversificada, con una oferta de productos de mayor valor agregado y un bajo endeudamiento, entre otros factores de manejo interno. Con todo, los factores internos han sido para naciones como la nuestra muy difíciles de gestionar, dado que requieren del diseño de visiones de largo plazo y una eficiente y transparente gestión de los planes construidos, además, de los recursos para llevarlos a cabo.

El más reciente Reporte Global de Competitividad del Foro Económico Mundial muestra que Colombia, en lugar de avanzar en competitividad al ritmo que lo hacen otros países, retrocede en algunos aspectos clave como instituciones, adopción de TIC y capacidad de innovación, además de tener rezagos en aspectos como infraestructura, educación, mercado de productos y mercado laboral.

Dicho reporte cuenta con una nueva metodología, que señala que una economía próspera en la cuarta revolución industrial necesita ser “resiliente frente a shocks externos, ágil en aceptar los cambios y no resistirlos, construir un ecosistema de innovación y prestar especial énfasis en el capital humano”.

Días antes de que se publicara este informe, se conoció que el estadounidense Paul Romer recibió el Premio Nobel de Economía por sus teorías en las que ha señalado que “la acumulación de ideas sostiene el crecimiento económico”.

Sin duda, el poder de las ideas innovadoras no solo es clave para avanzar, sino obligatorio en el nuevo contexto de desarrollo mundial. Buscar fórmulas diferentes para superar las dificultades e impulsar proyectos exitosos. Atrevernos a pensar ‘por fuera de la caja’ o, mejor aún, creer firmemente que no hay caja. Propiciar e incentivar a quien se atreva a proponer ideas diferentes en todos los entornos: laboral, público, académico, social.

Ahuyentar los tradicionales obstáculos mentales que ponemos consciente o inconscientemente. Evitar caer en el famoso ‘gatopardismo’ que describía Lampedusa como, “que todo cambie para que todo siga igual”, en el que el status quo amolda los cambios en su propio beneficio.

Colombia es un país privilegiado en recursos naturales y en talento humano. Se requieren ideas innovadoras para orientar estas potencialidades de manera más próspera y eficiente para alcanzar un crecimiento por encima del potencial. Pero crecer con un sentido profundo, con énfasis en la sostenibilidad y el bienestar colectivo, para que sea y se construya como un propósito de todos.

Avanzaremos a un mayor ritmo cuando nos atrevamos a gestionar el crecimiento bajo un modelo que sea innovador, incluyente y sustentable. Se trata de un reto formidable, en el que las nuevas generaciones de líderes empresariales, políticos, sociales y, en general, de todos los campos serán esenciales para lograrlo.


Julián Domínguez Rivera
Presidente de Confecámaras