Más y mejores empresas fortalecen la institucionalidad. El rol del sector empresarial es seguir ejerciendo su actividad sin frenarse, para evitar traer a valor presente escenarios futuros no deseables

Una de las grandes fortalezas de Colombia es su institucionalidad, entendida esta como la capacidad que ha tenido el país de organizarse en lo público y lo privado, garantizar la representatividad social y el ejercicio pleno de los derechos de los ciudadanos. Que Colombia sea un país de instituciones sólidas significa que existen restricciones para el ejercicio del poder y el funcionamiento de las organizaciones, así como la generación de pesos y contrapesos que finalmente fortalecen nuestra democracia.

La reforma constitucional de 1991 generó un ordenamiento institucional basado en la independencia de las ramas del poder público, la creación de nuevas instituciones orientadas a garantizar los derechos individuales y colectivos, donde se contemplan los correspondientes a la actividad empresarial y su impacto en la sociedad.

Que las instituciones conserven su independencia y operen con criterio, no obstante las tensiones naturales políticas e ideológicas, representa una gran riqueza para el país.

Iniciativas tan relevantes para el futuro de Colombia como la Reforma Tributaria y el Plan Nacional de Desarrollo contaron con el aporte de las instituciones a las cuales les compete por norma constitucional ejercer control y las observaciones de organizaciones sociales y gremiales que aportaron su conocimiento para lograr consensos que benefician el interés colectivo.

Pero la institucionalidad se fortalece también en lo privado y en esta materia Colombia cuenta con un sector empresarial sólido, que genera confianza y admiración; así lo demuestran los resultados más recientes de diferentes estudios que ubican a las empresas como las instituciones que generan mayor credibilidad, como lo resalta el Laboratorio Empresarial Colombiano, iniciativa de la Universidad del Rosario, donde el 79% de los encuestados expresa que confía en las empresas.

El crecimiento de la economía colombiana, el cual registra tasas superiores a las de prepandemia, la tasa de desempleo que se ubica en los niveles mensuales más bajos de los últimos cinco años y una inflación con tendencia a la baja, son motivos para mantener estas buenas dinámicas, para lo cual es fundamental trabajar de manera articulada en función de mejorar las que no presentan un comportamiento positivo. Esto permitirá dar mayor tranquilidad a los mercados ávidos de despejar incertidumbres, situación que requiere especial atención.

Más y mejores empresas fortalecen la institucionalidad. El rol del sector empresarial es seguir ejerciendo su actividad sin frenarse, para evitar traer a valor presente escenarios futuros no deseables. Las cifras nos demuestran que los empresarios continúan movilizándose. En un horizonte temporal de ocho años, el 14,1% de las microempresas logró incrementar su tamaño, igual lo hicieron el 23,8% de las empresas pequeñas y el 19,4% de empresas medianas, según el observatorio de movilidad de Confecámaras. La movilidad y el crecimiento de las empresas están relacionados con su capacidad de acceder a financiación formal y nuevos mercados; fomentar la investigación y desarrollo, innovar y participar de las redes institucionales de apoyo y cooperación.

El sector empresarial colombiano se ha caracterizado por construir puentes de comunicación que le han permitido al país construir y ejecutar políticas públicas en beneficio de múltiples sectores, ha jugado un papel crucial en el desarrollo y lo seguirá haciendo, generando oportunidades, fomentando el diálogo argumentativo y el respeto por las expresiones sensatas que desde los diferentes ámbitos de la institucionalidad se producen.