Es difícil conservar el optimismo de los colombianos cuando tenemos entornos como las elecciones en Venezuela, la desaceleración de la economía en el mundo, la contracción del consumo y la demanda interna, e incremento en cifras de desempleo.

No obstante, pese a estas circunstancias, el sector empresarial muestra siempre resiliencia, capacidad de crear y de apostarle al progreso. Por ello, Colombia debe tener claro el rol preponderante de las empresas en la generación de oportunidades y la necesidad de contar con políticas que garanticen el crecimiento.

Una dificultad del país que impide la continuidad de las políticas públicas y que afecta gravemente la actividad de las empresas es el ciclo de los planes de desarrollo de los gobiernos central y regionales, cuya duración es de cuatro años, al cabo de los cuales se incumplen o se ejecutan parcialmente. Cuando los gobiernos por fin logran familiarizarse con los asuntos que deben gestionar ya se encuentran culminando sus períodos.

Entre 1992 y 1993 el gobierno y el sector privado colombianos contrataron la firma Monitor con la presencia del profesor Michael Porter, para realizar los estudios de la competitividad de algunos sectores de la industria colombiana lo que permitió después dar paso a la creación del Sistema Nacional de Competitividad e Innovación, como una política de Estado.

Por fortuna, este Sistema, con algunos vaivenes ha logrado mantenerse en el tiempo. Buena noticia es su reciente reactivación a partir del trabajo conjunto de los sectores público y privado, la cual cuenta con una coordinación mixta que reconoce el Gobierno.

El diagnóstico y las propuestas están en poder del Gobierno, le corresponde a este entonces decidir sin titubeos para avanzar en lo que el sector privado ha demostrado su eficiencia. Sus tareas deben concentrarse en la ejecución de los grandes proyectos de infraestructura, un programa de vivienda que recupere los empleos perdidos, la expansión del turismo y la recuperación de la seguridad en las regiones.

Nuestro compromiso es trabajar desde las Cámaras de Comercio para generar una mayor articulación entre el nivel central y los actores regionales. Impulsar los programas que se diseñen en beneficio del fortalecimiento empresarial, garantizando su continuidad, escalabilidad y visión de largo plazo. La Red Cameral es una convencida de que todo lo que hagamos por el fortalecimiento, innovación, productividad y formalización empresarial se revierte en un entorno altamente competitivo.

Solo el trabajo articulado y acuerdos básicos, pero de alto impacto, permitirán una verdadera transformación productiva. El sector privado tiene la experiencia, el conocimiento y la disposición para hacerlo ahora en el marco de un Sistema Nacional de Competitividad e Innovación fortalecido y articulado donde Ministros, la academia, las Comisiones Regionales de Competitividad, sectores sociales y gremios empresariales, logren dar el gran salto hacia el bienestar y equidad, a partir de la eficiencia de las empresas y reglas de juego que brinden confianza y seguridad jurídica.