Durante años, conseguir financiamiento en Colombia fue un privilegio reservado para quienes tenían propiedades, maquinaria o bienes inmuebles. Las garantías tradicionales dejaron por fuera a empresarios con ideas sólidas, pero sin activos aceptados por el sistema financiero. Superar esa barrera ha sido uno de los grandes avances institucionales de la última década, y hoy contamos con resultados que evidencian su verdadero poder transformador.
Entre 2014 y 2024 se otorgaron 637.267 créditos respaldados con garantías mobiliarias a más de 406.000 empresarios. Este modelo permite utilizar bienes muebles como respaldo: inventarios, vehículos, contratos, cosechas y patentes, reconociendo el valor real de los activos que los empresarios poseen, sean tangibles o intangibles. El crédito deja de estar limitado a la tenencia de inmuebles y se convierte en una palanca para crecer. Democratiza el acceso, redefine qué entendemos por valor empresarial y fortalece la confianza en la capacidad de los emprendedores colombianos.
Las empresas que accedieron a crédito bajo este esquema presentan una tasa de supervivencia 24,2 puntos porcentuales superior al promedio nacional. A los cinco años, el 57,6 % sigue en el mercado, frente al 33,4 % de las que no lo usaron. Y no se trata solo de mantenerse a flote, muchas duplicaron sus activos tras el financiamiento, transformando el impulso inicial en un verdadero avance competitivo. Esta es la diferencia entre emprender y prosperar.
Esta herramienta también habla de inclusión regional y productiva: el 92 % de las empresas que lo usan son MiPymes, muchas en sectores estratégicos, rurales o históricamente excluidos del crédito formal. Todo esto, a través de una plataforma digital con reglas claras, costos mínimos, los más bajos de América Latina y amplia participación de bancos, cooperativas y fintechs.
Otro dato revelador, el 58 % de los créditos respaldados con garantías mobiliarias ha sido otorgado a mujeres, frente al 33 % del crédito tradicional. Este cambio representa que las emprendedoras que lideran comercios, talleres, cultivos o iniciativas de innovación, ahora pueden convertir ese esfuerzo en empleo, ingresos y desarrollo.
El crédito no puede seguir atado únicamente a la posesión de activos fijos. Debe reconocer la dinámica empresarial, la innovación y el conocimiento. Porque una marca puede ser una garantía, así como las cosechas, facturas y patentes: todos son activos que valen, que deben servir para crecer y también para creer en aquellos que impulsan a Colombia.
En el primer semestre de 2025 se crearon 173.907 nuevas empresas en Colombia, y el 44 % nació generando al menos un empleo. Este dinamismo confirma la fuerza emprendedora del país, y nos recuerda que el verdadero reto es lograr que esas empresas perduren y se movilicen. Las empresas que acceden a crédito con esta herramienta no solo presentan mayor supervivencia 57,6 % frente al 33,4 %, sino que también muestran una probabilidad significativamente más alta de escalar en tamaño y duplicar sus activos.
Las garantías mobiliarias ya están marcando la diferencia: fortalecen la permanencia, impulsan el crecimiento y convierten el crédito en una herramienta de transformación. Con cada empresario que logra avanzar, gana su comunidad, el empleo y el país.